miércoles, 27 de julio de 2016

El sol brillará

Aerosol y pinta que te pinta. Voy caminando hacia el centro y lo veo. Pinta que te pinta. A Luxor le encanta Zitarrosa, le fascina. Lo escucha hace años, años, pero no sabe precisar cuánto.  Es de La Plata, Argentina. Me cuenta que vino a Montevideo a homenajearlo con su arte. Luxor es artista, pinta murales. Está parando en la casa de un amigo pero recibió ayuda de varias instituciones para bancarse el pasaje, la pintura y conseguir esa pared –la de la calle Reconquista casi Juan Carlos Gómez en Ciudad Vieja– que ahora tiene varias flores dibujadas, una con ojos increpantes, me parece a mí, mirando de costado. Entonces pienso en nuestra ciudad gris, en los gris y oscuro de aquellos momentos en que Zitarrosa escribió parte de sus canciones cuando tuvo que abandonar su país y exiliarse en otros, la dictadura… y esa mirada de ese sol me llevan a “Adagio en mi país”: En mi país, que tristeza, la pobreza y el rencor. Dice mi padre que ya llegará desde el fondo del tiempo otro tiempo. Y me dice que el sol brillará sobre un pueblo que él sueña, labrando su verde solar…”.

La obra de Zitarrosa, me dice Luxor, es una invitación a la militancia, a la lucha, a construir, a nacer… Por eso se le ocurrió hacer flores que florecen, pájaros que cantan.  Para Luxor no hay nada de toda la obra de Zitrrosa que tenga desperdicio, pero “Guitarra negra” y “Triunfo agrario” son de las mejores canciones. Le parten la cabeza. Y las estrofas se me vienen encima: “Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra...”, mientras él me pide que lo aguante, que le cuide las cosas cinco minutos que cruza a La Pasionaria a buscar algo o al baño. O las dos cosas. Y en esa asociación del mural de Luxor con la obra del Fefo, –así le dice Javier, mi hermano que es músico y sus cuerdas saben de memoria el cancionero de Zitarrosa, y fue quien me contagio el gusto por este cantor, cuando yo era una piba de liceo, siempre engominado y entrajetado y esa voz impresionante–me resuena su voz recitando: “En la punta del agua... una flor blanca, luminosa, de quince dólares, se hace chispa, se abulta, se diluye, chorrea entre otras flores más pequeñas, llora, se agita, la catapulta el chorro de agua y sube como bola en el aire...”.

Luxor vuelve, cuando en mi cabeza, ahora, suena “Hoy... dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas, para siempre...”. Me saca de ese trance, me dice, que la manera de Zitarrosa, que cómo  compone, su manera de ver el mundo. Le parte la cabeza. Más o menos como a mí. 



Fotos: Luxor. Ciudad Vieja, Montevideo. Julio, 2016.

La obra de Luxor se puede ver en:

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